Viernes 20 de Julio de 2007
¿Quién mató a Palomino Molero?
Pues Vargas Llosa, porque es una de sus pocas novelas cortas realmente malas.
¿Quién mató a Julio César Uribe? La huachafería, sin duda.
Vestido con un traje a rayas de aspecto invernal, ensopado por una lluvia tropical, allí estaba Uribe, al pie de la tragedia, dando instrucciones inútiles para frenar a los bolivianos que nos pasaban por encima, se burlaban de flanco y se reían por lo bajo.
Pero era lo de menos verlo disfrazado de ayudante de Lucky Luciano. Lo alucinante era cuando hablaba y parecía hacerlo en nombre del barroco de Grocio Prado, del gótico de Jesús María y de algún Gaudí de arena construyendo su eternidad de quince minutos en alguna playa de Asia.
La huachafería es un sarro peruano que no te lo quitas ni con ácido muriático. Como dijo Vargas Llosa alguna vez -en un célebre artículo donde apuntaba que Scorza era huachafo hasta en la puntuación-, el Perú es huachafo y todos en el Perú contraemos la huachafería al nacer y la padecemos en menor o mayor grado.
Digamos que Julio César Uribe es un huachafo de palmas magisteriales. Porque huachafea cuando se viste, cuando manda, cuando obedece, cuando se calla, cuando habla y hasta cuando no está. Estoy seguro de que sueña en huachafo y es capaz de decirle a su santa esposa que el viernes que viene "tiene un ágape al que no puede faltar".
También llamaría "el deporte del balompié" al fútbol, "capital de la República" a Lima, "miedo escénico" a los carajos de la Bombonera, "el santo Padre" a herr Benedicto y, por supuesto, "el once del Perú" al combinado de acomplejados que siempre nos hace quedar mal. Es decir que haría dueto perfecto con el locutor de Canal 4, ese titán de la huachafería que habla "de la televisión deportiva de la patria" y que llama al gol -el muy maldito- "palabra bendita".
La palabra huachafo -término de origen colombiano divulgado entre nosotros por el escritor apurimeño Jorge Miota, según Peruanismos de Martha Hildebrandt- cubre un amplio espectro de significados pero implica, antes que nada, la impostura de aparentar ser más, tener más o saber más. También supone, como correlato derivado de lo anterior, la urgencia de tener dos vidas angustiosamente paralelas: la pública, donde se construye al personaje que queremos ser, y la privada, donde somos a pierna suelta lo que nos sale del forro. Pero ese es el caso de los huachafos comunes y corrientes, o sea usted o yo, amable lector (¡qué huachafo!)
Los huachaks Récord Guinness -julio César Uribe en el fútbol, Gustavo Pacheco en la política, Iván Thays en la literatura- han superado toda escisión y son huachafos 24 horas al día, ridículos de capirote, tiernos y cursis hasta cuando estornudan.
Porque la huachafería puede ser una segunda naturaleza ya no el sarro sino la dentadura, ya no lo adjetivo sino la sustancia. Y porque detrás de una huachafería sin descanso y con horas extras suele estar una medianía peligrosa que te puede llevar al experimento suicida (caso julio César), a la alameda del dolor (caso Pacheco), o a la complicidad sentimental anética (caso Thays, un tipo que pudo ser autónomo pero prefirió ser el imaginario guardaespaldas de Bryce y su mafia).
Lo que significa que la huachafería extrema nunca es inocente. Encubre, por lo general, a un farsante que podría ser divertido si no fuera logrero y arribista. Así que cuídense de quien les diga que "en los esquemas ofensivos los carrileros pueden ir también en diagonal", huyan de quien confiese que "no toma bebidas espirituosas", estrangulen a quien escriba que "todo quedó como un amasijo de fierros retorcidos”, lapiden en cámara lenta a quien pronuncie las frases "astro rey", "flor de limeña", "orden establecido" y "fuerzas vivas". Y desprecien a los huachafos de la comisión que pusieron a Julio César como entrenador y ahora pretenden pasar piola.
martes, 24 de julio de 2007
jueves, 19 de julio de 2007
Máquina de tumbar
Miércoles 18 de Julio 2007
El Apra tiene aspecto de cargador frontal pero eso no le basta. Aspira a bulldozer, a máquina israelí, a Mulder sin correa y sin bozal.
Puede ser que el "sólo el aprismo salvará al Perú" (seasap) se haya escondido por razones marqueteras, pero el Apra sigue pensando que su receta, ese gazpacho hirviente, es infalible.
Pasa la máquina niveladora del Apra y tiembla César Acuña porque le recortan el canon: es que no es aprista. Pasa encima de Wilbert Bendezú y queda un tallo roto con ojeras de tango: es que insiste en cumplir una promesa electoral del partido.
Pasa el Apra con su escape de diesel 2 y no queda nada de la subcomisión de acusaciones constitucionales: Tula Benites conduce el aparato. Pasa la excavadora del Apra y la ley del profesorado se exonera de segunda Notación y de primera enmienda. Pasa Chang, pasa GarridoLecca, pasa Carvajal -el hombre del maletín-y Crisol cambia de manos como cambian de manos los casinos en las Vegas cuando la mafia juega fuerte. Pasa la máquina moledora del Apra y la jefa de la Sunat se convierte en sirvienta del balneario de Asia, con uniforme azul almidonado y todo, dispuesta a todas las ruquerías revanchonas (pronto informaremos sobre esto). Pasa la aplanadora del Apra y las exoneraciones cesan para la selva pero se mantienen para Roque Benavides y compañía (y ay de quien lo haga notar).
Haya mandaba a golpear a los disidentes contando para ello con la bufalería que Idiáquez, su secretario, manejaba (el ingeniero De las Casas podría dar fe de ello, si pudiera). Ahora eso no es necesario. Basta con que la maquinaria se eche a andar para que a fulano le quiten los sets de la tele, a mengano las ganas de un sopapo y a perencejo lo amenacen con la rica Vicky o sea el Mendocita burocrático que te puede inventar una deuda, diferir un trámite o asaltar en las ventanillas de cada licitación.
A1 Apra el lumpen le viene de alcurnia, digamos. Y aunque este gobierno no se ha entregado a él todavía, como sí lo hizo de 1985 a 1990, ya hay asomos de esa intolerancia que precede a la peste y gracias ala cual los que protestan son bandidos, los campesinos son chavistas, los maestros comunistas, los frentes regionales anarquistas, los huancavelicanos separatistas, los ucayalinos adventistas y doña Tula Benites más escapista que Houdini.
Hasta don Jorge del Castillo se ha puesto en el plan de comisario de Piñonate, descalificando a todo el que pronuncie la palabra huelga. Y hasta doña Mercedes Cabanillas, enemiga acérrima del mayor Del Castillo, hace el papel de bruja del 71, presionada por la máquina y en contra de lo más hondo de su voluntad. ¿A qué saben los sapos, querida Meche?
Haya de la Torre manejó su partido como Fujimori manejó Pampa Bonita. Fue un gran hombre que padecía de pasiones pequeñas y terminó aliándose con la derecha que le había robado las elecciones, dos veces, y el carácter revolucionario, setenta veces siete. Terminó dejando una herencia equívoca desparramada en un cajón de sastre donde cupo de todo: el origen marxista, la teoría antiimperialista y la práctica ultraconservadora de los últimos 30 años del partido. Nunca una confusión produjo tanto fanatismo, se diría.
Dicen que una vez Haya le espetó a Juan Gonzalo Rose, poeta que había sido aprista como casi toda la intelligentza peruana de los 40, una frase entre recordatoria y despectiva:
-Hola, Juan Gonzalo: tú fuiste aprista.
Tú también -dicen que le dijo Juan Gonzalo al líder.
Haría bien el Apra en adquirir un poco de humildad. Haría bien Alan García en dejar esa pose de pontífice herido por alguna herejía. Que no crea que el Perú piensa como las Chichis de la farándula Que no piense que el Perú es la TV que se ha comprado al peso.
Y que tenga cuidado con su famosa pregunta: "¿Qué hacen por el Perú el picón, el criticón y el comechado?"
Cualquiera podría contestarle: -Trabajan para usted.
El Apra tiene aspecto de cargador frontal pero eso no le basta. Aspira a bulldozer, a máquina israelí, a Mulder sin correa y sin bozal.
Puede ser que el "sólo el aprismo salvará al Perú" (seasap) se haya escondido por razones marqueteras, pero el Apra sigue pensando que su receta, ese gazpacho hirviente, es infalible.
Pasa la máquina niveladora del Apra y tiembla César Acuña porque le recortan el canon: es que no es aprista. Pasa encima de Wilbert Bendezú y queda un tallo roto con ojeras de tango: es que insiste en cumplir una promesa electoral del partido.
Pasa el Apra con su escape de diesel 2 y no queda nada de la subcomisión de acusaciones constitucionales: Tula Benites conduce el aparato. Pasa la excavadora del Apra y la ley del profesorado se exonera de segunda Notación y de primera enmienda. Pasa Chang, pasa GarridoLecca, pasa Carvajal -el hombre del maletín-y Crisol cambia de manos como cambian de manos los casinos en las Vegas cuando la mafia juega fuerte. Pasa la máquina moledora del Apra y la jefa de la Sunat se convierte en sirvienta del balneario de Asia, con uniforme azul almidonado y todo, dispuesta a todas las ruquerías revanchonas (pronto informaremos sobre esto). Pasa la aplanadora del Apra y las exoneraciones cesan para la selva pero se mantienen para Roque Benavides y compañía (y ay de quien lo haga notar).
Haya mandaba a golpear a los disidentes contando para ello con la bufalería que Idiáquez, su secretario, manejaba (el ingeniero De las Casas podría dar fe de ello, si pudiera). Ahora eso no es necesario. Basta con que la maquinaria se eche a andar para que a fulano le quiten los sets de la tele, a mengano las ganas de un sopapo y a perencejo lo amenacen con la rica Vicky o sea el Mendocita burocrático que te puede inventar una deuda, diferir un trámite o asaltar en las ventanillas de cada licitación.
A1 Apra el lumpen le viene de alcurnia, digamos. Y aunque este gobierno no se ha entregado a él todavía, como sí lo hizo de 1985 a 1990, ya hay asomos de esa intolerancia que precede a la peste y gracias ala cual los que protestan son bandidos, los campesinos son chavistas, los maestros comunistas, los frentes regionales anarquistas, los huancavelicanos separatistas, los ucayalinos adventistas y doña Tula Benites más escapista que Houdini.
Hasta don Jorge del Castillo se ha puesto en el plan de comisario de Piñonate, descalificando a todo el que pronuncie la palabra huelga. Y hasta doña Mercedes Cabanillas, enemiga acérrima del mayor Del Castillo, hace el papel de bruja del 71, presionada por la máquina y en contra de lo más hondo de su voluntad. ¿A qué saben los sapos, querida Meche?
Haya de la Torre manejó su partido como Fujimori manejó Pampa Bonita. Fue un gran hombre que padecía de pasiones pequeñas y terminó aliándose con la derecha que le había robado las elecciones, dos veces, y el carácter revolucionario, setenta veces siete. Terminó dejando una herencia equívoca desparramada en un cajón de sastre donde cupo de todo: el origen marxista, la teoría antiimperialista y la práctica ultraconservadora de los últimos 30 años del partido. Nunca una confusión produjo tanto fanatismo, se diría.
Dicen que una vez Haya le espetó a Juan Gonzalo Rose, poeta que había sido aprista como casi toda la intelligentza peruana de los 40, una frase entre recordatoria y despectiva:
-Hola, Juan Gonzalo: tú fuiste aprista.
Tú también -dicen que le dijo Juan Gonzalo al líder.
Haría bien el Apra en adquirir un poco de humildad. Haría bien Alan García en dejar esa pose de pontífice herido por alguna herejía. Que no crea que el Perú piensa como las Chichis de la farándula Que no piense que el Perú es la TV que se ha comprado al peso.
Y que tenga cuidado con su famosa pregunta: "¿Qué hacen por el Perú el picón, el criticón y el comechado?"
Cualquiera podría contestarle: -Trabajan para usted.
miércoles, 18 de julio de 2007
La pequeña Lulú
Martes 17 de Julio de 2007
A ese Arturo Alessandri que representaba a la riquería chilena le decían, los de izquierda, "la señora". Alguna vez me dijeron que era por sus modales.
¿Cómo llamar a Lourdes Flores?
¿Distinguida damita?
¿Señorona? ¿Lady? ¿Señito?
No nos pongamos más frívolos de lo que somos.
No importa cómo la llamemos. Lo importante es que ella seguirá cumpliendo su cabal oficio: perder en las elecciones que habrán de venir.
No importa qué elecciones; las de la presidencia del Regatas, las de la asociación de ex alumnas del Sophianum, las de la presidencia de la República.
No interesa con qué capital empiece la contienda: ella se encargará de dilapidarlo diciendo insensateces, dejando que su papi se desamordace, enredándose en un juego de palabras que a nada la lleva y que nada quiere decir.
El problema de Lourdes no es ella sino la cuna negra y un poco maldita donde la mecieron: el PPC. En esa cuna negra, donde dormitó también el bebé de Rosemary, vio las primeras luces de los flashes don Luis Bedoya Reyes, el Merlín de los desastres electorales, el derrotado invencible, el hombre del dedito pedagógico, la sonrisa cachacienta y el fracaso de acero toledano.
Fue don Luis Bedoya Reyes quien le enseñó a perder. ¿Quién podría superar tamaño trauma? Porque la cuna que don Luis Bedoya mandó a hacer en una suite del hotel Crillón, impregnada del olor a harina de pescado que le prestaba Luis Banchero, crujió desde el principio por falta de los mismos y tuvo de sobra lo que ningún partido debería mostrar con tanta desfachatez: el billetón grandazo del civilismo ricachón que jamás ha dejado de gobernarnos.
La fórmula para perder es sencilla. Consiste, en primer lugar, en carecer de ideas. Lo segundo es dar las respuestas más largas y complicadas a las respuestas más simples. Lo tercero es decir que el asunto de la derecha y la izquierda es un debate cancelado por la historia. Lo cuarto es ponerse a las órdenes de Dionisio Romero. Lo quinto es creer que la caridad alcanza para evitar el conflicto social. Lo sexto es leer (en secreto) a Deepak Chopra. Lo séptimo es creer que José María Aznar conserva algún rasgo humano. Lo octavo es pegarse cien cepilladas antes de dormir. Lo noveno y último es creer en la castidad de Rafael Rey.
Ayer, Lourdes Flores pidió al gobierno que ella hubiera podido integrar que "persevere" en la reforma educativa "pese a las resistencias del Sutep". Añadió que el régimen de quien está haciendo lo que ella dijo que jamás haría no debe temer enfrentar "el costo de una temporal impopularidad". (No dijo cuántos muertos o lesionados deberían ser contados para que la palabra impopularidad empiece a ser insuficiente). Con lo que el doctor García debe estar feliz, ya que ahora recaba el visto bueno de Lourdes Flores, la alegría de Oppenheimer, la tranquilidad de Montaner, la anuencia de Mario Vargas liosa, el contento de "El diario de las Américas", la bendición de Melchorita Saravia Tasayco que en el cielo descansa y la mirada comprensiva (aunque remota) de don Porfirio Díaz y la más próxima de su cónsul honorario, don Enrique Krauze. Hasta Variedades halaga al doctor García y habla de su elegancia saliendo del hipódromo de Santa Beatriz. Linda damita esta Lulú, que encima dice ser la jefa de la oposición.
A ese Arturo Alessandri que representaba a la riquería chilena le decían, los de izquierda, "la señora". Alguna vez me dijeron que era por sus modales.
¿Cómo llamar a Lourdes Flores?
¿Distinguida damita?
¿Señorona? ¿Lady? ¿Señito?
No nos pongamos más frívolos de lo que somos.
No importa cómo la llamemos. Lo importante es que ella seguirá cumpliendo su cabal oficio: perder en las elecciones que habrán de venir.
No importa qué elecciones; las de la presidencia del Regatas, las de la asociación de ex alumnas del Sophianum, las de la presidencia de la República.
No interesa con qué capital empiece la contienda: ella se encargará de dilapidarlo diciendo insensateces, dejando que su papi se desamordace, enredándose en un juego de palabras que a nada la lleva y que nada quiere decir.
El problema de Lourdes no es ella sino la cuna negra y un poco maldita donde la mecieron: el PPC. En esa cuna negra, donde dormitó también el bebé de Rosemary, vio las primeras luces de los flashes don Luis Bedoya Reyes, el Merlín de los desastres electorales, el derrotado invencible, el hombre del dedito pedagógico, la sonrisa cachacienta y el fracaso de acero toledano.
Fue don Luis Bedoya Reyes quien le enseñó a perder. ¿Quién podría superar tamaño trauma? Porque la cuna que don Luis Bedoya mandó a hacer en una suite del hotel Crillón, impregnada del olor a harina de pescado que le prestaba Luis Banchero, crujió desde el principio por falta de los mismos y tuvo de sobra lo que ningún partido debería mostrar con tanta desfachatez: el billetón grandazo del civilismo ricachón que jamás ha dejado de gobernarnos.
La fórmula para perder es sencilla. Consiste, en primer lugar, en carecer de ideas. Lo segundo es dar las respuestas más largas y complicadas a las respuestas más simples. Lo tercero es decir que el asunto de la derecha y la izquierda es un debate cancelado por la historia. Lo cuarto es ponerse a las órdenes de Dionisio Romero. Lo quinto es creer que la caridad alcanza para evitar el conflicto social. Lo sexto es leer (en secreto) a Deepak Chopra. Lo séptimo es creer que José María Aznar conserva algún rasgo humano. Lo octavo es pegarse cien cepilladas antes de dormir. Lo noveno y último es creer en la castidad de Rafael Rey.
Ayer, Lourdes Flores pidió al gobierno que ella hubiera podido integrar que "persevere" en la reforma educativa "pese a las resistencias del Sutep". Añadió que el régimen de quien está haciendo lo que ella dijo que jamás haría no debe temer enfrentar "el costo de una temporal impopularidad". (No dijo cuántos muertos o lesionados deberían ser contados para que la palabra impopularidad empiece a ser insuficiente). Con lo que el doctor García debe estar feliz, ya que ahora recaba el visto bueno de Lourdes Flores, la alegría de Oppenheimer, la tranquilidad de Montaner, la anuencia de Mario Vargas liosa, el contento de "El diario de las Américas", la bendición de Melchorita Saravia Tasayco que en el cielo descansa y la mirada comprensiva (aunque remota) de don Porfirio Díaz y la más próxima de su cónsul honorario, don Enrique Krauze. Hasta Variedades halaga al doctor García y habla de su elegancia saliendo del hipódromo de Santa Beatriz. Linda damita esta Lulú, que encima dice ser la jefa de la oposición.
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Diario La Primera,
Martes 17 de Julio de 2007
martes, 17 de julio de 2007
Pájaro casi en mano
Lunes 16 de Julio de 2007
Un pájaro apareció ayer en mi dormitorio. Era un gorrión aturdido, prisionero.
No me explico cómo entró. Creo que nunca se sabe cómo es que entran los gorriones a las habitaciones.
Volaba de mis libros al carril de la cortina. Del carril de la cortina al filo de la puerta. Del filo de la puerta al aparato de aire. Yo trataba de hacerme entender hablándole con diminutivos estúpidos. Pero él, dale con la desconfianza y el terror temblándole en las alas.
¿Qué seremos los humanos para los gorriones sino bestias temibles?
¿Qué seremos para los lobos calumniados, los perros sin nombre, las tortugas ecuestres? Seremos canallas, pues, seremos lo que somos: plaga bíblica.
Así que la bestia que encarno trata de congraciarse, sin éxito, con el prisionero. Porque el prisionero sólo quiere dejar de serlo y porque esa habitación donde creo ser libre recién se me revela, gracias al gorrión, como la jaula que es. Ni dorada ni vainas: jaula nada más.
De tal modo, que la bestia que visto trata de hablar de igual a igual con el otro apresado, el alado apresado aparecido. Pero el gorrión sabe que él está en mejores condiciones que yo. Él es un prisionero de momento. Yo, inevitablemente esclavo por ser humano, padezco la cadena perpetua de las bestias que no vuelan y arman guerras, las bestias que matan en nombre de dioses surtidos y letales, las bestias que llegaron para llenar el mundo de guerras y bocinas.
Vuela el gorrión de mis libros al carril de la cortina. Ahora no percibo miedo alguno en ese pequeño monarca de pecho saliente. Siento que ahora no me teme sino que no quiere tener contacto alguno con la especie que represento. Como si me dijera: "no es nada personal".
Pienso en la clase de mundo que hemos hecho para que la aparición de un gorrión en una casa sea un acontecimiento, una primicia contada por teléfono.
Debíamos estar apabullados de gorriones y no de periódicos que murmuran lo mismo. De gorriones y no de abogados. De gorriones y no de imbéciles que creen que el tanto por ciento los salvará de la huesería. De gorriones y no de gente feliz que va sentada (doblemente feliz) en un tren en reversa. Pero no. Los domingos amanecemos entre periódicos que imprimen las mismas fobias y exaltan los mismos errores y adulan, por lo general, a los mismos almirantes de la misma armada vencida en la guerra que no terminamos de perder. Y encendemos la tele que recomienda las mejores recetas para el chocolate tomado o comido en la terraza del próximo verano.
Es decir, que estamos muy ocupados como para preocuparnos de vivir y tratar con gorriones.Así que como debo escribir esta columna, abro la ventana y unos segundos después el gorrión vuela y escapa de mi jaula. No sé adónde se dirige pero sé que algo me ha querido decir, piadosamente.
Un pájaro apareció ayer en mi dormitorio. Era un gorrión aturdido, prisionero.
No me explico cómo entró. Creo que nunca se sabe cómo es que entran los gorriones a las habitaciones.
Volaba de mis libros al carril de la cortina. Del carril de la cortina al filo de la puerta. Del filo de la puerta al aparato de aire. Yo trataba de hacerme entender hablándole con diminutivos estúpidos. Pero él, dale con la desconfianza y el terror temblándole en las alas.
¿Qué seremos los humanos para los gorriones sino bestias temibles?
¿Qué seremos para los lobos calumniados, los perros sin nombre, las tortugas ecuestres? Seremos canallas, pues, seremos lo que somos: plaga bíblica.
Así que la bestia que encarno trata de congraciarse, sin éxito, con el prisionero. Porque el prisionero sólo quiere dejar de serlo y porque esa habitación donde creo ser libre recién se me revela, gracias al gorrión, como la jaula que es. Ni dorada ni vainas: jaula nada más.
De tal modo, que la bestia que visto trata de hablar de igual a igual con el otro apresado, el alado apresado aparecido. Pero el gorrión sabe que él está en mejores condiciones que yo. Él es un prisionero de momento. Yo, inevitablemente esclavo por ser humano, padezco la cadena perpetua de las bestias que no vuelan y arman guerras, las bestias que matan en nombre de dioses surtidos y letales, las bestias que llegaron para llenar el mundo de guerras y bocinas.
Vuela el gorrión de mis libros al carril de la cortina. Ahora no percibo miedo alguno en ese pequeño monarca de pecho saliente. Siento que ahora no me teme sino que no quiere tener contacto alguno con la especie que represento. Como si me dijera: "no es nada personal".
Pienso en la clase de mundo que hemos hecho para que la aparición de un gorrión en una casa sea un acontecimiento, una primicia contada por teléfono.
Debíamos estar apabullados de gorriones y no de periódicos que murmuran lo mismo. De gorriones y no de abogados. De gorriones y no de imbéciles que creen que el tanto por ciento los salvará de la huesería. De gorriones y no de gente feliz que va sentada (doblemente feliz) en un tren en reversa. Pero no. Los domingos amanecemos entre periódicos que imprimen las mismas fobias y exaltan los mismos errores y adulan, por lo general, a los mismos almirantes de la misma armada vencida en la guerra que no terminamos de perder. Y encendemos la tele que recomienda las mejores recetas para el chocolate tomado o comido en la terraza del próximo verano.
Es decir, que estamos muy ocupados como para preocuparnos de vivir y tratar con gorriones.Así que como debo escribir esta columna, abro la ventana y unos segundos después el gorrión vuela y escapa de mi jaula. No sé adónde se dirige pero sé que algo me ha querido decir, piadosamente.
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Lunes 16 de Julio de 2007
sábado, 14 de julio de 2007
Parte de batalla
Sábado 14 de Julio de 2007
Empezaron los despidos de profesores por irse a la huelga. Trece de ellos han sido cesados por la Ugel número 3, con jurisdicción desde La Victoria a Villa El Salvador. Cornelio González Torres, director de esa unidad de gestión educativa local, anuncia nuevas purgas para el comienzo de la próxima semana. La medida se basa en el Decreto Supremo 017-2007, que declara la Educación Básica como Servicio Esencial (y, que, por tanto, deja a los profesores con algunos derechos sindicales muy restringidos: basta que el Ministerio de Educación decrete la ilegalidad de una huelga para que todos los que la acaten puedan ser expulsados del magisterio).
Mientras los maestros de a pie eran purgados, directores y subdirectores eran sometidos a expedientes administrativos por haber cerrado sus colegios tras comprobar que no había personal para intentar hacer clases. Sucedía en los colegios Isabel La Católica, República Democrática Alemana y Víctor Andrés Belaunde. "Es que el ministerio declaró ilegal la huelga", explicó González.
Mientras eso empezaba a suceder a escala nacional, el procurador del Ministerio del Interior, Jacobo Romero, advertía que algunos de los detenidos podrían ser condenados a seis años de prisión "por hacer apología del delito e incitar a los docentes a radicalizar sus protestas con actos vandálicos".
Este mismo funcionario demandó la inmediata detención de la congresista Elsa Malpartida "porque ha quebrado las reglas de conducta a las que se encuentra sometida en los diversos procesos penales en los que está incursa".
La agencia oficial Andina nos recuerda que esas reglas de conducta le fueron impuestas por el Poder Judicial tras las huelgas cocaleras de mayo de 2004 y julio de 2005. "Ella se enfrentó abiertamente a las fuerzas del orden y ahora incita al Sutep a proseguir con la huelga nacional", dijo el procurador.
"Es el comunismo que se niega a morir y que siempre está detrás de odas estas cosas hacia la violencia", decía ayer el presidente de la República hablando del Sutep, los arrestos, las protestas y el desorden.
Y añadía: "Mano dura con esa gente. Eso es lo que quiere el pueblo... Basta de desorden..." "Y ya es hora de declarar la ley marcial y el toque de queda en Juliaca para poner en vereda con redadas masivas a esos mierdas...", escribía el director de Correo, Aldo Mariátegui.
"Arrestan a extremistas Huaynalaya y Diez Canseco", sobretitulaba Expreso.
"Muere el Sutep", notificaba Ojo. "Capturan a dirigentes y ministro convoca a 25,000 nuevos maestros", precisaba.
"Pero no nos engañemos: estamos ante una escala desestabilizadora… (cuyo) objetivo de fondo es impedir el progreso económico del país y evitar que obtengamos el grado de inversión", reflexionaba el director de La Razón, 24 horas después de festejar el fallo del juez Orlando Álvarez en el caso Fujimori.
E1 corresponsal del diario mexicano El Universal, José Vales, resumía la situación de esta manera: "Militares en las calles, gases, calles cerradas, aeropuertos tomados, imágenes que no se observaban desde el final del fujimorato, una era que en estos casi doce meses de gobierno García intentó por todos los medios emular con medidas alejadas del ideario del Apra y más cerca de la derecha que encamó precisamente Alberto Fujimori".
Al final de su despacho, Vales hacía una explícita comparación entre el Perú de García II y la Bolivia de Sánchez de Losada II. Mientras las aguas se dividían, como había dicho por la mañana en radio San Borja Javier Diez Canseco, la comidilla del barrio era la flamante encuesta de la Universidad Católica.
El Instituto de Opinión Pública de la Católica indagó, del 6 al 8 de julio de 2007, el sentir de 1,400 personas en 66 distritos de 14 provincias pertenecientes a 13 regiones del país, y encontró que la aprobación del doctor García ha descendido a cifras bushianas: 35% lo aprueba, 59% lo desaprueba.
En Lima y Callao, donde la prensa de la Confiep manda, el doctor García tiene 45% de votos a favor y 48% en contra (esto confirma la encuesta de la Universidad de Lima de hace tres días). Pero en el norte lo aprueba el 23, en el sur el 17, en el centro el 13 y en el oriente tan sólo el 11 por ciento.
Es decir, hay ya una crisis de legitimidad social en el gobierno del Apra, convertido en el gobierno cerril -y crecientemente brutal- de la derecha García cree que está haciendo por el Perú lo que Sarkozy desea hacer por Francia Olvida que aquí no hubo revolución sino mutaciones sucesivas de la misma y despiadada fórmula destinada a perpetuar la inequidad.
Más De la Rúa que Sarkozy, más Sánchez de Losada que Leguía el modernizan, García ha visto evaporado su capital político por hacerle caso a quienes tienen prohibido contradecirlo. O sea, por hacerse caso a sí mismo.
Ahora le dirán (se dirá) que no le haga caso a las encuestas, que el pueblo es bruto pero entenderá, que las promesas no se cumplen cuando no pueden cumplirse, que el comunismo sobreviviente quiere su ruina y la prensa caviar el despelote y los cholos tercos su palo en la cabeza, su bomba humeante, su estado de sitio y al final, si hace falta, su juez sin rostro, su testigo sin nombre, su expediente sin número.
"Leches aguadas, cajamarcas crueles", escribió Juan Gonzalo Rose.
"Él era como el Perú, Zavalita, se había jodido en algún momento. Piensa: ¿en cuál?... El Perú jodido, piensa, Carlitos jodido, todos jodidos. Piensa: no hay solución, escribió Mario Vargas Llosa por esos mismos días. Fulgor de profecía que le dicen.
Empezaron los despidos de profesores por irse a la huelga. Trece de ellos han sido cesados por la Ugel número 3, con jurisdicción desde La Victoria a Villa El Salvador. Cornelio González Torres, director de esa unidad de gestión educativa local, anuncia nuevas purgas para el comienzo de la próxima semana. La medida se basa en el Decreto Supremo 017-2007, que declara la Educación Básica como Servicio Esencial (y, que, por tanto, deja a los profesores con algunos derechos sindicales muy restringidos: basta que el Ministerio de Educación decrete la ilegalidad de una huelga para que todos los que la acaten puedan ser expulsados del magisterio).
Mientras los maestros de a pie eran purgados, directores y subdirectores eran sometidos a expedientes administrativos por haber cerrado sus colegios tras comprobar que no había personal para intentar hacer clases. Sucedía en los colegios Isabel La Católica, República Democrática Alemana y Víctor Andrés Belaunde. "Es que el ministerio declaró ilegal la huelga", explicó González.
Mientras eso empezaba a suceder a escala nacional, el procurador del Ministerio del Interior, Jacobo Romero, advertía que algunos de los detenidos podrían ser condenados a seis años de prisión "por hacer apología del delito e incitar a los docentes a radicalizar sus protestas con actos vandálicos".
Este mismo funcionario demandó la inmediata detención de la congresista Elsa Malpartida "porque ha quebrado las reglas de conducta a las que se encuentra sometida en los diversos procesos penales en los que está incursa".
La agencia oficial Andina nos recuerda que esas reglas de conducta le fueron impuestas por el Poder Judicial tras las huelgas cocaleras de mayo de 2004 y julio de 2005. "Ella se enfrentó abiertamente a las fuerzas del orden y ahora incita al Sutep a proseguir con la huelga nacional", dijo el procurador.
"Es el comunismo que se niega a morir y que siempre está detrás de odas estas cosas hacia la violencia", decía ayer el presidente de la República hablando del Sutep, los arrestos, las protestas y el desorden.
Y añadía: "Mano dura con esa gente. Eso es lo que quiere el pueblo... Basta de desorden..." "Y ya es hora de declarar la ley marcial y el toque de queda en Juliaca para poner en vereda con redadas masivas a esos mierdas...", escribía el director de Correo, Aldo Mariátegui.
"Arrestan a extremistas Huaynalaya y Diez Canseco", sobretitulaba Expreso.
"Muere el Sutep", notificaba Ojo. "Capturan a dirigentes y ministro convoca a 25,000 nuevos maestros", precisaba.
"Pero no nos engañemos: estamos ante una escala desestabilizadora… (cuyo) objetivo de fondo es impedir el progreso económico del país y evitar que obtengamos el grado de inversión", reflexionaba el director de La Razón, 24 horas después de festejar el fallo del juez Orlando Álvarez en el caso Fujimori.
E1 corresponsal del diario mexicano El Universal, José Vales, resumía la situación de esta manera: "Militares en las calles, gases, calles cerradas, aeropuertos tomados, imágenes que no se observaban desde el final del fujimorato, una era que en estos casi doce meses de gobierno García intentó por todos los medios emular con medidas alejadas del ideario del Apra y más cerca de la derecha que encamó precisamente Alberto Fujimori".
Al final de su despacho, Vales hacía una explícita comparación entre el Perú de García II y la Bolivia de Sánchez de Losada II. Mientras las aguas se dividían, como había dicho por la mañana en radio San Borja Javier Diez Canseco, la comidilla del barrio era la flamante encuesta de la Universidad Católica.
El Instituto de Opinión Pública de la Católica indagó, del 6 al 8 de julio de 2007, el sentir de 1,400 personas en 66 distritos de 14 provincias pertenecientes a 13 regiones del país, y encontró que la aprobación del doctor García ha descendido a cifras bushianas: 35% lo aprueba, 59% lo desaprueba.
En Lima y Callao, donde la prensa de la Confiep manda, el doctor García tiene 45% de votos a favor y 48% en contra (esto confirma la encuesta de la Universidad de Lima de hace tres días). Pero en el norte lo aprueba el 23, en el sur el 17, en el centro el 13 y en el oriente tan sólo el 11 por ciento.
Es decir, hay ya una crisis de legitimidad social en el gobierno del Apra, convertido en el gobierno cerril -y crecientemente brutal- de la derecha García cree que está haciendo por el Perú lo que Sarkozy desea hacer por Francia Olvida que aquí no hubo revolución sino mutaciones sucesivas de la misma y despiadada fórmula destinada a perpetuar la inequidad.
Más De la Rúa que Sarkozy, más Sánchez de Losada que Leguía el modernizan, García ha visto evaporado su capital político por hacerle caso a quienes tienen prohibido contradecirlo. O sea, por hacerse caso a sí mismo.
Ahora le dirán (se dirá) que no le haga caso a las encuestas, que el pueblo es bruto pero entenderá, que las promesas no se cumplen cuando no pueden cumplirse, que el comunismo sobreviviente quiere su ruina y la prensa caviar el despelote y los cholos tercos su palo en la cabeza, su bomba humeante, su estado de sitio y al final, si hace falta, su juez sin rostro, su testigo sin nombre, su expediente sin número.
"Leches aguadas, cajamarcas crueles", escribió Juan Gonzalo Rose.
"Él era como el Perú, Zavalita, se había jodido en algún momento. Piensa: ¿en cuál?... El Perú jodido, piensa, Carlitos jodido, todos jodidos. Piensa: no hay solución, escribió Mario Vargas Llosa por esos mismos días. Fulgor de profecía que le dicen.
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Diario La Primera,
Sábado 14 de Julio de 2007
Palo con ellos
Viernes 13 de Julio de 2007
A hora resulta que Martha Hildebrandt es la ministra del Interior del régimen del doctor García.
Ella pidió mano dura, patadas, palizas en contra de "los ignorantes, estúpidos, desfasados" maestros del Sutep.
Y le están haciendo caso.
La rabona tenaz apela a su edad, a la inimputabilidad de su edad, para decir cuanta barbaridad higadosa se le venga a la bífida. Eso no asombra. Lo que asombra es que ese Machu Picchu moral que es el fujimorismo -y que la señora Hildebrandt vocea groseramente para vergüenza de quienes llevamos el mismo apellido- tenga ahora no sólo una sociedad congresal con el aprismo sino una influencia tan notoria en el Ejecutivo.
¿Qué dirán las bases apristas, las que hoy sólo pueden murmurar su disgusto por el castigo a Wilbert Bendezú? ¿Qué dirán los apristas -usados electoralmente- de estas bodas de sangre del partido de Haya con la banda de Fujimori?
A la gran minería, estabilidad jurídica y mano de seda tributaria. A los huelguistas, mano de piedra Durán. A los chinos de Shougan, rodillas sin rodilleras. A los sindicalistas de Shougan, Cachiche. A los demócratas de Washington, explicaciones. A los agricultores de la CNA, portazo. Al capital chileno, brazos abiertos. A los ganaderos expoliados por Gloria, silencio. A los frentes regionales, amenazas. A Fujimori, lobbies para salvarlo -con Otero a la cabeza-. A los services, comprensión. A los puneños, olvido.
García dice en privado que la derecha es aliada inexorable. No es cierto. La derecha no es que se haya aliado: gobierna. El aliado es él, García, que cree que va a ser Leguía pero va a terminar siendo Belaunde.
Porque no es que la derecha peruana esté interesada en edificar un país viable. Lo que a ella le importa es el margen de ganancia, la tasa de retorno, el infrasalario, la contrata de la pendejada. O sea que la bonanza de los precios metaleros pasará como pasó lo del guano.
Como a todo converso, a García se le ha pasado la mano. De concebir un Estado hipertrófico ha pasado a concebir un Estado tuberculoso que ni siquiera puede enviar frazadas por cuenta propia. Un Estado que sólo se hace notar cuando apalea a los que no pueden responderle. Un Estado que no arbitra sino que cuida los intereses del dinero. Un Estado maniatado al que amenazan los indicadores de riesgo, la banca de inversión, la mami de Tarzán (es decir, Bush) y hasta la DEA cuando de hectáreas de coca se trata. García ha cedido en todo y ha abandonado el centro. Su discurso puede tener ecos piadosos en algunas plazas, pero su práctica es la de un mandatario que ha perdido toda esperanza de cambiar algunas cosas importantes: la igualdad ante la ley, la dignidad en el trato con la inversión extranjera y nacional, un cierto retorno a la planificación del desarrollo, la admisión de que crecimiento económico y justicia social no son sinónimos, la percepción de que el modelo reprimarizador-exportador nos va a dejar como siempre: congelados en el tiempo, divididos con encono.
Y con Martha Hildebrandt oficiando de lóbrega gorrista.
A hora resulta que Martha Hildebrandt es la ministra del Interior del régimen del doctor García.
Ella pidió mano dura, patadas, palizas en contra de "los ignorantes, estúpidos, desfasados" maestros del Sutep.
Y le están haciendo caso.
La rabona tenaz apela a su edad, a la inimputabilidad de su edad, para decir cuanta barbaridad higadosa se le venga a la bífida. Eso no asombra. Lo que asombra es que ese Machu Picchu moral que es el fujimorismo -y que la señora Hildebrandt vocea groseramente para vergüenza de quienes llevamos el mismo apellido- tenga ahora no sólo una sociedad congresal con el aprismo sino una influencia tan notoria en el Ejecutivo.
¿Qué dirán las bases apristas, las que hoy sólo pueden murmurar su disgusto por el castigo a Wilbert Bendezú? ¿Qué dirán los apristas -usados electoralmente- de estas bodas de sangre del partido de Haya con la banda de Fujimori?
A la gran minería, estabilidad jurídica y mano de seda tributaria. A los huelguistas, mano de piedra Durán. A los chinos de Shougan, rodillas sin rodilleras. A los sindicalistas de Shougan, Cachiche. A los demócratas de Washington, explicaciones. A los agricultores de la CNA, portazo. Al capital chileno, brazos abiertos. A los ganaderos expoliados por Gloria, silencio. A los frentes regionales, amenazas. A Fujimori, lobbies para salvarlo -con Otero a la cabeza-. A los services, comprensión. A los puneños, olvido.
García dice en privado que la derecha es aliada inexorable. No es cierto. La derecha no es que se haya aliado: gobierna. El aliado es él, García, que cree que va a ser Leguía pero va a terminar siendo Belaunde.
Porque no es que la derecha peruana esté interesada en edificar un país viable. Lo que a ella le importa es el margen de ganancia, la tasa de retorno, el infrasalario, la contrata de la pendejada. O sea que la bonanza de los precios metaleros pasará como pasó lo del guano.
Como a todo converso, a García se le ha pasado la mano. De concebir un Estado hipertrófico ha pasado a concebir un Estado tuberculoso que ni siquiera puede enviar frazadas por cuenta propia. Un Estado que sólo se hace notar cuando apalea a los que no pueden responderle. Un Estado que no arbitra sino que cuida los intereses del dinero. Un Estado maniatado al que amenazan los indicadores de riesgo, la banca de inversión, la mami de Tarzán (es decir, Bush) y hasta la DEA cuando de hectáreas de coca se trata. García ha cedido en todo y ha abandonado el centro. Su discurso puede tener ecos piadosos en algunas plazas, pero su práctica es la de un mandatario que ha perdido toda esperanza de cambiar algunas cosas importantes: la igualdad ante la ley, la dignidad en el trato con la inversión extranjera y nacional, un cierto retorno a la planificación del desarrollo, la admisión de que crecimiento económico y justicia social no son sinónimos, la percepción de que el modelo reprimarizador-exportador nos va a dejar como siempre: congelados en el tiempo, divididos con encono.
Y con Martha Hildebrandt oficiando de lóbrega gorrista.
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Viernes 13 de Julio de 2007
Un juez digno de Pinochet
Jueves 12 de Julio de 2007
Cuando oigo eso de que la judicatura chilena es un ejemplo de independencia, río. Recuerdo entonces los 17 años de Pinochet, cuando los jueces temblaban, los fiscales no contestaban el teléfono, las cortes se cerraban para los perseguidos, la Suprema era un urinario de soldados y los recursos de amparo tocaban en portones que jamás se abrirían. Qué independencia ni qué ocho cuartos. La judicatura chilena jamás pidió perdón por su patética actuación cuando las papas quemaban y a los comunistas se les degollaba a domicilio.
Claro que hubo excepciones, pero sobran los dedos de una mano para contarlas.
No sólo eso. Fue la misma Corte Suprema la que contribuyó a crear la atmósfera del golpe al decretar la ilegalidad de la ocupación de fábricas que eran abandonadas a propósito por sus dueños –embarcados hace tiempo en la conspiración sanguinaria de las Fuerzas Armadas–.
Todo ese sarro de oidores de la vieja capitanía, todo ese portalismo de espadones, está implícito en el texto vergonzoso de Orlando Álvarez. El texto reconoce los crímenes pero difumina a sus autores y borra el clamoroso nexo que ata esas bestialidades a la figura de Fujimori.
Muchos piensan que la mano del gobierno peruano está metida en esto. No se puede probar, pero afirmarlo no es ninguna temeridad.
El peruano-chileno Hugo Otero, según El Mercurio, ha estado haciendo lobby para que Álvarez fallara como ha fallado. A García no le conviene que el matrimonio congresal (y más) con el fujimorismo se disuelva y basta leer el diario La Razón para darse cuenta de que ese amorío de hostal y lavabo con verdín es algo necesario para el Apra 2007 e imprescindible para el fujimorismo hampón de siempre. Además, es cierto que el prontuario político de un Fujimori preso en Lima evocará el prontuario del actual presidente en materia de derechos humanos y ética en el manejo de la cosa pública.
Chile tiene ya 6,000 millones de dólares de inversión en el Perú. La mayor parte de ella vino en la época de Chinochet, cuando el japonés vendía al Perú a pedazos y a precio de ganga. La gratitud de esa gente –empezando por LAN y terminando por Fanny, que acaba de ser chamizada, pasando por la flota comercial chilena de la que dependemos-es eterna hacia el japonés que mandaba matar pero robaba en persona y remataba el país que no era suyo, el país que maltrató a sus padres en 1941. Otra hipótesis es válida también. Si Chile está preocupado por nuestra bonanza de macrocifras as y pebetes sería lógico pensar que sus Portales en vigencia quieren a un Fujimori exonerado de responsabilidades para que regrese al Perú a sembrar el toletole. En el siglo XIX usaron al imbécil de Piérola para esos fines. Y Fujimori no es un traidor involuntario, como Piérola, sino uno que ha urdido su felonía con verdadera vocación. Total, su aspiración a la Dieta japonesa no es sino una salida desesperada para evitar el encierro. Podría dar una vuelta en U por enésima vez y -de confirmarse el fallo en la Suprema chilena- venir a su "segunda patria" "a dar la vida" por nosotros.
El juez Orlando Álvarez ha burlado todos los precedentes que, en materia de derecho internacional sobre crímenes de lesa humanidad, se construyeron en los últimos 20 años. Álvarez también habría liberado a Milosevic de las acusaciones que La Haya admitió a la sombra del ejemplo de Nuremberg. ¿O es que nuestros tres mil desaparecidos no valen lo mismo que los bosnios asesinados por las hordas de Karadzic, el Montesinos de Milosevic?
La señora Bachelet quiere hacernos creer que el juez Álvarez es un santo varón encerrado en su torre del derecho. Que vaya a contarle ese cuento a Condorito. No sería de extrañar que los sectores más duros del chilenismo en armas consideren lo que ha pasado como un as en la manga para futuras negociaciones peruano-chilenas.
Lo cierto, lo que no está en la especulación sino en el cuaderno de bitácora del asco latinoamericano, es que ayer un juez chileno llamado Orlando Álvarez se burló de nuestros muertos como si fuera un Lynch cualquiera, un Lagos a caballo, un Pinochet con toga y sello quinto.
Y lo que es dable ahora es una campaña internacional para presionar a los supremos de la Concertación. Hay que borrar la sonrisa del rostro lombrosiano de Fujimori, de la cara de virrey sin virreinato de Valle Riestra y de las doscientas caras del doctor García.
Cuando oigo eso de que la judicatura chilena es un ejemplo de independencia, río. Recuerdo entonces los 17 años de Pinochet, cuando los jueces temblaban, los fiscales no contestaban el teléfono, las cortes se cerraban para los perseguidos, la Suprema era un urinario de soldados y los recursos de amparo tocaban en portones que jamás se abrirían. Qué independencia ni qué ocho cuartos. La judicatura chilena jamás pidió perdón por su patética actuación cuando las papas quemaban y a los comunistas se les degollaba a domicilio.
Claro que hubo excepciones, pero sobran los dedos de una mano para contarlas.
No sólo eso. Fue la misma Corte Suprema la que contribuyó a crear la atmósfera del golpe al decretar la ilegalidad de la ocupación de fábricas que eran abandonadas a propósito por sus dueños –embarcados hace tiempo en la conspiración sanguinaria de las Fuerzas Armadas–.
Todo ese sarro de oidores de la vieja capitanía, todo ese portalismo de espadones, está implícito en el texto vergonzoso de Orlando Álvarez. El texto reconoce los crímenes pero difumina a sus autores y borra el clamoroso nexo que ata esas bestialidades a la figura de Fujimori.
Muchos piensan que la mano del gobierno peruano está metida en esto. No se puede probar, pero afirmarlo no es ninguna temeridad.
El peruano-chileno Hugo Otero, según El Mercurio, ha estado haciendo lobby para que Álvarez fallara como ha fallado. A García no le conviene que el matrimonio congresal (y más) con el fujimorismo se disuelva y basta leer el diario La Razón para darse cuenta de que ese amorío de hostal y lavabo con verdín es algo necesario para el Apra 2007 e imprescindible para el fujimorismo hampón de siempre. Además, es cierto que el prontuario político de un Fujimori preso en Lima evocará el prontuario del actual presidente en materia de derechos humanos y ética en el manejo de la cosa pública.
Chile tiene ya 6,000 millones de dólares de inversión en el Perú. La mayor parte de ella vino en la época de Chinochet, cuando el japonés vendía al Perú a pedazos y a precio de ganga. La gratitud de esa gente –empezando por LAN y terminando por Fanny, que acaba de ser chamizada, pasando por la flota comercial chilena de la que dependemos-es eterna hacia el japonés que mandaba matar pero robaba en persona y remataba el país que no era suyo, el país que maltrató a sus padres en 1941. Otra hipótesis es válida también. Si Chile está preocupado por nuestra bonanza de macrocifras as y pebetes sería lógico pensar que sus Portales en vigencia quieren a un Fujimori exonerado de responsabilidades para que regrese al Perú a sembrar el toletole. En el siglo XIX usaron al imbécil de Piérola para esos fines. Y Fujimori no es un traidor involuntario, como Piérola, sino uno que ha urdido su felonía con verdadera vocación. Total, su aspiración a la Dieta japonesa no es sino una salida desesperada para evitar el encierro. Podría dar una vuelta en U por enésima vez y -de confirmarse el fallo en la Suprema chilena- venir a su "segunda patria" "a dar la vida" por nosotros.
El juez Orlando Álvarez ha burlado todos los precedentes que, en materia de derecho internacional sobre crímenes de lesa humanidad, se construyeron en los últimos 20 años. Álvarez también habría liberado a Milosevic de las acusaciones que La Haya admitió a la sombra del ejemplo de Nuremberg. ¿O es que nuestros tres mil desaparecidos no valen lo mismo que los bosnios asesinados por las hordas de Karadzic, el Montesinos de Milosevic?
La señora Bachelet quiere hacernos creer que el juez Álvarez es un santo varón encerrado en su torre del derecho. Que vaya a contarle ese cuento a Condorito. No sería de extrañar que los sectores más duros del chilenismo en armas consideren lo que ha pasado como un as en la manga para futuras negociaciones peruano-chilenas.
Lo cierto, lo que no está en la especulación sino en el cuaderno de bitácora del asco latinoamericano, es que ayer un juez chileno llamado Orlando Álvarez se burló de nuestros muertos como si fuera un Lynch cualquiera, un Lagos a caballo, un Pinochet con toga y sello quinto.
Y lo que es dable ahora es una campaña internacional para presionar a los supremos de la Concertación. Hay que borrar la sonrisa del rostro lombrosiano de Fujimori, de la cara de virrey sin virreinato de Valle Riestra y de las doscientas caras del doctor García.
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